viernes, 23 de octubre de 2009

2º Viaje a la Ruta de San Pablo: Grecia y Roma

“Corría el año 36 D.C., cuando un Judío llamado “Saulo”, mas tarde conocido como Pablo, se dirigía camino de Damasco, con intención de perseguir y apresar a los seguidores de Cristo, encadenarlos y llevarlos a Jerusalén para ser juzgados y condenados, pero aconteció un hecho que hizo cambiar la historia, la conversión de Saulo al Cristianismo, para pasar a ser, de perseguidor a elegido por Cristo para evangelizar a los gentiles”

Según lo referido en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, el relato es el siguiente:

“Le envolvió una luz venida del cielo, cayo en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿ por qué me persigues?, él preguntó ¿Quién eres Señor?, Yo soy Jesús a quien tú persigues”.

Saulo había nacido en Tarso de Cilicia hacia el año 8 D.C., hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, ciudadano romano, educado en Jerusalén en la escuela de Gamaliel, Fariseo y estricto seguidor de la Ley Mosaica.

Con dichos antecedentes, nos retrotraemos a octubre de 2.007, en el inicio del Curso pastoral, cuando nuestro párroco, Joan Carles Alemany, nos propuso unas Charlas impartidas por el Profesor del Instituto de Ciencias Religiosas, D. Ricardo Lázaro, sobre “Pablo de Tarso, el apóstol de los gentiles”, el contenido de las mismas no tardó en cuajar en el interior de los oyentes, y en ese Curso 2007-2.008, nos propusimos impartir, en el ámbito de la Catequesis de adultos, la figura de Pablo de Tarso.

Durante ese ejercicio estudiamos los tres viajes Misioneros de Pablo y el cuarto viaje de Cautividad, todo ello impartido por el profesor de filosofía y ética D. Laureano Bustillo, culminamos el curso con el 1º Viaje de peregrinación que efectuamos a Asia Menor, la actual Turquía.

Fue tanta la felicidad obtenida en este viaje, el deseo cumplido de haber estado en los lugares, dónde Pablo inició su predicación, que a la vuelta del mismo, nos planteamos inmediatamente comenzar la preparación del 2º Viaje, para poder culminar el año Paulino, declarado por el Papa Benedicto XVI, como consecuencia de los 2.000 años transcurridos desde el nacimiento de Pablo.

Por ello, nuevamente nuestro querido y estimado párroco, Joan Carles Alemany, nos preparó cinco charlas con el Decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, D. Juan Miguel Díaz Rodelas, bajo el título San Pablo y el Anuncio del Evangelio.

Con dicho precedente, la preparación para este 2º Viaje se centró en el estudio de las Cartas o Epístolas de San Pablo, primeros escritos conocidos del Nuevo testamento, en concreto la Epístola a los Gálatas, Corintios, y Romanos

El 2º Viaje, se planteó y así lo hemos realizado, con la idea de visitar las primeras Iglesias Occidentales del mundo Cristiano, situadas en la Grecia Oriental, realizar una travesía en Barco desde Grecia a Italia y culminar el mismo en la antigua capital del Imperio Roma.

Partiendo de Tesalónica, visitamos Kavalla, localidad situada al Nor- este de Grecia en la región de Macedonia, a este puerto llegó Pablo procedente de Asia Menor para extender el Cristianismo a los Macedonios. Nos trasladamos a Filipos situada a 12 Km de la anterior y, junto al río “Gangites”, evocamos la conversión de la primera cristina conocida en el mundo occidental, Lidia, traficante de Púrpura, celebramos la eucarística y nos acercamos bajo la tenue pero persistente lluvia al baptisterio de Lidia, junto al río, cerrando los ojos por un momento, escuchábamos la voz de Pablo y nos sentíamos como unos Filipenses más, cuando recibíamos los calificativos de afecto que dirigió a los mismos, en la Carta a los Filipenses:

“Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, gozo y corona mía, manteneos así firmes en el Señor, queridos” ( Fip. 4.1)

Paseamos por la ruinas del Foro de Filipos, con la misma constante lluvia y frío, estábamos pisando la Vía Egnatia con sus recias losas perfectamente conservadas en algunos tramos, la principal vía o calzada romana que utilizo el apóstol para trasladarse por las diferentes localidades de la Grecia Oriental.

De vuelta al Hotel en los momentos de reflexión sobre el día vivido, dejando volar la imaginación, me sumergía dentro de los primeros pioneros del apostolado en la Iglesia de Filipos, Epafrodito, Sizigo, Clemente, Síntique, Evodia y por supuesto Lidia la Traficante de Púrpura, recodaba las palabras del apóstol dirigidas a dicha comunidad para pedirles que se amen entre sí:

“Sí hay algún estímulo en Cristo, algún aliento de amor, alguna comunicación de espíritu, algo de entrañable ternura y compasión, colmad mi alegría siendo del mismo sentir, teniendo el mismo amor, una sola alma y un solo sentir” (Fip. 2, 1-2).

Ejemplo a seguir por todos los cristianos actuales.

Nuestro viaje trascurría, después de haber visitado los lugares mas emblemáticos de la actual Tesalónica: el Arco de Galerio, Iglesias de Agios Georgios, Santa Sofia, San Demetrio, etc., partimos hacia el sur dirección Berea, hoy Veria, continuamos hacia Vergina, dónde visitamos la monumental tumba de Filipo II, padre del insigne Alejando Magno.

A estas comunidades escribió Pablo dos cartas, las Epístolas a los Tesalonicenses, que cronológicamente se consideran los primeros escritos del conjunto del Nuevo testamento.

El contenido teológico de ambas cartas aborda el problema de la parusia o segunda venida de Cristo.

El segundo tema de las cartas, el pastoral, está relacionado con el primero. Al parecer, los Tesalonicenses, convencidos de la proximidad del fin, se abstenían de trabajar, por ello Pablo les increpa:

“El que no trabaje, que no coma” ( 2 Tes. 3-10)

Viajando hacia el sur por la planicie de Tesalia, llegamos a Meterora a la ciudad de Kalambaka, dónde están emplazados, los famosos Monasterios colgados de la cima, ascendimos al Gran Meteoro, creo recordar, trescientos escalones de subida y los mismos de bajada, allí pudimos observar la llanura de Tesalia e imaginarnos la soledad inicial de los monjes de clausura, hoy rota por el turismo.

Nuestra próxima parada: Atenas, la majestuosa ciudad, capital de la antigüedad, y centro cultural. Visitamos sus maravillas de la Acrópolis (Ciudad Fortificada), el Pórtico de Eumenes, los Propileos de Mnesicles, el Templo Jónico de Nike Aptera, la Maravilla del Parthenon, el Erekteion con la Cariatides, llegamos al Areópago, dónde Pablo se dirigió a los Filósofos atenienses, Estoicos y Epicúreos, al píe del mismo tuvimos una pequeña catequesis muy enriquecedora, recordamos a los primeros cristianos convertidos, a Dionisio el Aeropagita, que fue el primer Obispo de Atenas y a su mujer Dámaris. Celebramos la eucarística en la Catedral Católica que lleva su nombre San Dionisio.

Pablo quiso ganarse a los filósofos de Atenas con un discurso erudito. Para ello silenció totalmente el escándalo de la cruz, no dijo ni palabra de la muerte afrentosa de Cristo.

La conclusión sacada de nuestra estancia en Atenas, en referencia a la presencia de Pablo y su fracasado discurso en el Areópago, es la misma que sacó el apóstol y que refleja en la primera carta a los corintios.

“La predicación de la Cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; más para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios” ( 1 Cor. 18)

El ejemplo de Pablo nos sirve como anillo al dedo en la época actual, para decidirnos, como él hizo en Corintio, después del fracaso de Atenas, a presentar sencilla y descardadamente el escándalo y la necedad de un Cristo crucificado, al que los cristianos tendríamos que imitar.

Nuestra siguiente parada, en transito al puerto occidental de Patras, fue en el Istmo de Corintio, en la región del Peloponeso, fue nuestra última etapa en tierras griegas, contemplamos las ruinas de Micenas, la Tumba de Agamenón, acrópolis con las murallas ciclópeas, la Puerta de los Leones.

En Corintio, celebramos la Eucarística al aire libre, junto al antiguo Ágora, lugar tan visitado por San Pablo, evocamos ese otro momento trascendental en el camino de la predicación del apóstol, su encuentro con el Procónsul de Acaya, Lucio Junio Galión, hispano, hermano menor de Séneca, que sobre el años 51 d.c., llegó a Corintio.

Cuando Pablo fue llevado a su presencia, acusado por los judíos de actuar en contra de la Ley por causas religiosas, pretendían que se declarara al cristianismo “relligio ilicita”, Galión fallo a favor de Pablo, con ello Pablo podía seguir predicando el cristianismo en los diversos lugares del Imperio, esa decisión cambio la Historia de Europa. ¿Por qué?, nos preguntamos. Sin lugar a dudas, por la fuerza de Cristo.

Llegamos al puerto Occidental del Istmo del Corinto, nuestra etapa de Grecia finalizaba, embarcamos en un moderno Ferry, para hacer la travesía de Grecia a Italia, con ello queríamos sentir, en nuestra semblanza con el apóstol, su ansiado Viaje a Roma, al igual que el apóstol, nosotros también a una sola voz gritamos: “Apelamos al César”.

Partimos al atardecer, la nostalgia de abandonar Grecia nos invadía, país maravilloso, su población amable, alegre, nuestro guía Michelis, nuestro chófer Konstantin, de credo ortodoxos, hermanos de fe en Cristo resucitado, conforme indica en la Primera Carta a los Corintios:

“Por que en un solo Espíritu hemos sido bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1 Cor. 12.13)

Con la brisa marítima nos alejábamos de la costa, por un momento cerré los ojos, la dulce melodía del “Sirtaquí” acudió a mis oídos, recordé el momento lúdico pasado, intentando seguir el paso de tan maravilloso baile popular. EFGARISTO PARAKALO GRECIA…………… GRACIAS…..GRACIAS.

La travesía marítima fue muy placentera, al contrario que la de Pablo, no sufrimos de los vientos huracanados “Euroaquilón o Gregale” como los sufrió Pablo, la singladura se vio coronada al amanecer, junto a la cubierta de proa, viendo la salida del sol y cantando Laudes al Señor, nos sentíamos como los corintios, embajadores de Cristo.

A la mañana siguiente arribamos al puerto de Bari, en la península Itálica, en su costa Oriental, estábamos en nuestra última etapa del viaje.

En un cómodo autocar, iniciamos el viaje a través de la antigua Vía Apia y su arteria la Vía Trajana, llegamos a nuestra parada en la Abadía de Monte Casino, lugar tan emblemático y recordado por los acontecimientos históricos ocurridos en la pasada 2ª Guerra Mundial, visitamos el reconstruido Monasterio, dedicada a San Benito, patrono de Europa, ubicado a la izquierda del claustro de Bramante, a la derecha Santa Escolástica, en una de ellas aún se puede leer la inscripción:

“Benedictus qui venit in nomine Domini” (“Bendito quien viene en nombre del señor”)

Después de visitar la Abadia, concelebrar la Eucarística con dos Grupos de Italianos, partidos para nuestro destino final: Roma, capital del Imperio

La última etapa del viaje en Roma, ciudad abierta, pero colapsada por el trafico, trascurrió a un ritmo trepidante, había tanto que ver y tan poco tiempo, fueron momentos en los que afloró cierto egoísmo, señor no estamos libres de pecado, recordaba las palabras pronunciadas en la Eucarística por nuestro párroco D. José Formentín, oímos, pero no escuchamos la palabra, no dejamos que penetre en nuestro interior y ante las primeras flaquezas fenecemos. Gracias infinitas D. José, que ejemplo de magisterio, de vida entregada al servicio de Dios, patrón a seguir; en estos momentos recordé lo referido en el Libro de los Hechos de los Apóstoles (28, 23-28) :

"Ve a este pueblo y dile: Con vuestros oídos oiréis, pero no entenderéis y Viendo veréis, pero no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha embotado. Con los oídos pesadamente oyeron. Y cerraron sus ojos: No sea que perciban con sus ojos y oigan con sus oídos y entiendan con su corazón y se conviertan y que yo los sane”.

Sabed, pues que esta salvación de Dios ha sido enviada a los Gentiles; ellos sí que la oirán. Pidamos al señor, que la palabra sea escuchada y penetre en nuestros corazones, perdure en ellos y de los mejores frutos.

Recorríamos la Roma Imperial, repleta de monumentos, de tanta historia, que debió sentir el Apóstol ante tanto esplendor, por fin Roma, la estancia en dicha ciudad fue muy provechosa, pues aunque estaba en “custodia militaris”, disfrutaba de cierta libertad, lo que le permitió realizar su misión evangelizadora. Recordaba la carta a los Romanos 5 (3-5):

“Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, sí vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.”

El Miércoles día 16 fue un inolvidable, acudimos a la Audiencia del Papa, Benedicto XVI, en la sala Pablo VI, repleta de peregrinos de todas las nacionalidades (Europa, Así, África, América y Oceanía), estaba patente el ejemplo de la Iglesia Universal, por la que Pablo había luchado tanto, y que se refleja en sus escritos, en la primera Carta a los Tesalonicenses, “A la Iglesia de los Tesalonicenses”, a la Iglesia de los Laodicenses.

Por la Tarde, con el recuerdo en nuestros corazones del momento vivido, llego el punto final de nuestro viaje, visita a las catacumbas de San Sebastián, visita al lugar del martirio del Apóstol, la Vía Laurentina, donde la tradición emplaza la decapitación del Apóstol, con un triple rebote de su cabeza, cada uno de los cuales causó la salida de una fuente, por lo que el lugar se denomina “Tre Fontane”, las Tres fuentes; cómo se sentiría el Apóstol en sus últimos momentos, recordé la 2º Carta a Timoteo (4. 6-8).

“Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel día me entregara el señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación”

Nuestra última visita fue, a la magnifica la Basílica de San Pablo Extramuros, reconstruida en 1.800, tras el incendio de la primera, allí a los píes de su tumba pudimos rezar y darle gracias al Apóstol, que tan profundamente nos había infundido la fe en Cristo resucitado, que ejemplo de hacer Teología.

“Sí cristo no ha resucitado, vacía es nuestra predicación, vacía también nuestra fe. Estáis todavía en vuestros pecados.” 1 Cor (15,14-17)


En el viaje de regreso a España, durante el vuelo de Roma a Valencia, cerré los ojos y me traslade a los últimos años de la vida de Pablo, cuantas tribulaciones pasadas, más de 15.000 km. recorridos a píe, azotado, apedreado, sufrido naufragios.

“Que hermosos son los píes de los que anuncian la paz, de los que predican el bien” Prof. Isaías

Aquel año 36 d.c., cambió la historia del Cristianismo, gracias a la figura de Saulo, conocido como Pablo. Que su ejemplo y predicación se implante en el interior de nosotros perennemente, y que sea la brújula de nuestro peregrinar por este mundo.

“Para mí, la vida es Cristo, y la muerte una ganancia” Filip. 1, 21

“Y por encima de Todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección” Col. 3.14

Abrí los ojos, con el suave aterrizaje del avión y volví a la cruda realidad de nuestro mundo, ¡No es el fin!, el ejemplo de la vida y doctrina de Pablo sigue vivo y su semilla es grano de trigo vivo.

Tiempo tendremos para madurar y asimilar tantas emociones vividas, que nos servirán para recoger la herencia espiritual de San Pablo.

Me gustaría finalizar, dando las gracias infinitas a nuestro párroco, nuestro amigo, Joan Carlos Alemany, sin él no habría sido posible esta aventura, su recuerdo siempre perdurara entre nosotros, igualmente dar las gracias a D. José Formentín, a D. Carlos Garzón y un recuerdo muy especial para nuestro mentor y guía al Padre Carlos Sáez Pereto.

Pero hay que seguir caminando, y nuestro próximos pasos se encaminarán en busca de nuestro querido San Francisco de Asis, titular de nuestra Iglesia, ya empezamos a caminar.

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